Profesional AGRO
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Emilio Velasco Machuca
OPINIÓN
A vuelapluma / EMILIO VELASCO

VITIVINICULTURA, NUESTRO POTENCIAL DORMIDO ¡DESPERTA FERRO!

SABIDO es que España, y más concretamente su sector vitivinícola, es el líder mundial indiscutible, y sin restarle la gran importancia que tiene el factor exclusivamente crematístico, –que sin duda la tiene, ¡y mucho!–, por la cadena de valor que representa, añadido a su magnífica aportación a la Economía nacional sino que genera también una importantísima fuente de empleo dentro del sector agrario, con lo que se añade a todo lo anteriormente reseñado, el gran valor socioeconómico que ello representa y, al tiempo, potencia el nutrido tejido empresarial de la diversificada industria surgida en torno a este particular mundo del vino, en el que no paran de surgir nuevas aplicaciones, y como buen ejemplo de esto, de que todo lo relacionado con la viveza de este sector estimula su creatividad práctica, lo tenemos en la respuesta casi inmediata a la sentencia del Tribunal de Justicia que prohibió la publicidad del vino como “bebida saludable” con lo que, casi de inmediato, como ejemplo de agilidad creativa surgió la “diferenciación”, y comenzaron a aparecer nuevas industrias generando un emergente sector derivado del vino: el de las bebidas procedentes de su desalcoholización dando paso a todo un nuevo mundo de oportunidades de negocio para todo el sector vitivinícola. Además, no debemos olvidar que la importancia del viñedo, –y esto a nivel global–, no solo es interesante por los motivos aquí expuestos, sino que además de constituir un componente esencial, –y de gran belleza–, del paisaje, juega un papel indispensable en la conservación del medio ambiente y por ello, de la vida misma porque contribuye a preservarla; la viticultura impide la erosión del suelo y garantiza la presencia del ser humano en zonas consideradas medioambientalmente como de las más frágiles y carentes de otras alternativas reales, –económicamente hablando–, del planeta.

Y ahora, tras esta breve pincelada para resaltar la trascendencia de la vitivinicultura global, quiero ofrecer a partir de aquí mismo una visión más pormenorizada de nuestro “mundo del vino”, uno de los principales sectores de la Economía española que no está reconocido y valorado como debiera, y para ello me serviré de unas cuantas cifras que quizás ayuden a apreciar esa importancia que apunto.

Tomando como base las estadísticas oficiales, –que se encuentran a disposición de cualquier ciudadano–, la industria vinícola española esta formada por más de 4.300 empresas que aglutinan cerca del 15 por ciento de nuestra industria alimentaria, y alcanzan una cifra anual de negocios nada despreciable; 5.500 millones de euros con lo que la aportación del sector vitivinícola al PIB nacional supera el uno por ciento y si a todo ello se une el extraordinario valor de nuestro vino como escaparate de cara a los mercados exteriores, la imagen de la “marca España” se multiplica hasta niveles de extraordinaria relevancia, y ello a pesar de la aparición de nuevos productores como los caldos de Australia, Estados Unidos o Nueva Zelanda que llegan para competir con el predominio de los europeos, –principalmente españoles, franceses, italianos y portugueses–.

Se estima que en la actualidad, el cultivo del viñedo en el mundo, ocupa una superficie de algo menos de 7,5 millones de hectáreas, –a finales de la década de los 70 del pasado siglo se llegaron a cultivar 10 millones de hectáreas de viñedo, pero las crisis mundiales y las políticas de arranque propiciadas por muchos países en todo el mundo, entre ellos los de la Unión Europea, ha originado ese 25 por ciento de merma en dicha superficie–, por lo que ahora, en Europa el viñedo ocupa una superficie estimada en 3.530.000 hectáreas. el 47 por ciento del total mundial, y de ellas, según un completo estudio elaborado para la Organización Interprofesional del Vino de España, (OIVE), cerca de 940.000 son españolas, lo que nos sitúa como líderes del mundo, al ser el país de mayor superficie dedicada al cultivo de la vid, pero no ocurre lo mismo en cuanto a producción de vino se refiere porque con una cifra de 38 millones de hectólitros anuales nos situamos en el tercer puesto, aunque también copamos el liderato mundial en cuanto a la exportación en volumen si bien respecto al valor de dichas exportaciones volvemos a ser terceros, y por último, resaltar que a fecha actual la cartera de países clientes de nuestros vinos se eleva a 189 y si nos referimos al consumo interno, a pesar de nuestra relevante producción tanto en cantidad como en calidad y el factor claramente socializador del vino unido a nuestro modo de vida y el carácter abierto y amigable de nuestras gentes, principales señas de identidad de los pueblos mediterráneos, ocupamos un modesto séptimo lugar en la clasificación relativa al consumo per cápita, y nuestro país se queda muy lejos de nuestra vecina Portugal, líder mundial indiscutido y lejos también del consumo por persona de norteamericanos, italianos o franceses.

Para seguir ahondando en la importancia socioeconómica de la vitivinicultura española, voy a seguir detallando algunas cifras más que reflejan mejor que las palabras, el interés que tiene el cultivo de la vid y la producción que se obtiene y en el mismo informe al que aludía en el párrafo anterior, destacaba la relevancia de nuestro sector vitivinícola en la Economía española indicando que este cultivo, la elaboración del vino y la comercialización de éste y del fruto de mesa recolectado genera un VAB (Valor Añadido Bruto), total anual superior a los 23.700 millones de euros, el 2,2 por ciento del VAB nacional, de tal forma que por cada euro de demanda final en este sector, la economía genera 1,75 euros de valor añadido directo e indirecto aportando 3.800 millones de euros anuales a las arcas públicas y en cuanto al empleo, se estima en más de 427.000 puestos de trabajo los que dependen de la actividad vitivinícola por lo que destaca el peso económico y social de un sector que goza además de una fuerte vinculación con la cultura y el territorio y constituye por sí mismo, como he dicho al principio, el mejor escaparate para nuestra marca España en su proyección internacional, Por eso, al grito de las huestes almogávares del Reino de Aragón debemos conquistar el primer puesto también en producción de vino y en valor de nuestras exportaciones. Así que....

.... ¡Desperta ferro! (*) ¿Están de acuerdo?

(*) Desperta ferro (Despierta hierro). Era el grito de guerra con el que las huestes de almogávares, la infantería de choque mercenaria de la Corona de Aragón, se lanzaban al ataque para conquistar posiciones. Ahora, en el “campo de batalla” del comercio internacional, debemos ganar el liderato de la producción del vino y del valor de sus exportaciones, como corresponde al líder en superficie dedicada al viñedo.

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