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El Capricho, un parque “histórico” de verdad en Madrid

En el barrio de la Alameda de Osuna, en el distrito de Barajas (Madrid), desde hace más de dos siglos está plantado el Parque Histórico El Capricho gracias a la iniciativa de su fundadora, doña María Josefa Pimentel, duquesa de Benavente y consorte del IX duque de Osuna, don Pedro de Alcántara Téllez-Girón.

Profesional AGRO - Madrid 29/12/2020

Por aquí desfiló la nobleza madrileña de los siglos XVIII y XIX, artistas, toreros y pintores de la época como Francisco de Goya que era huésped frecuente de su palacio al que decoró con varias de sus obras. Es el único jardín del Romanticismo que se conserva en Madrid. Aquí estuvieron algún tiempo tropas francesas en 1809. Durante la guerra civil española, albergó el Cuartel general de la Defensa de Madrid del gobierno republicano. Con su rendición en marzo de 1939 se produjo el último episodio de la contienda. ¿Puede caber más historia en un jardín?

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Una visión panorámica del parque

El parque El Capricho cuenta con una extensión de 14 hectáreas. Fue diseñado por importantes jardineros de las casas reales de España y Francia. Entre ellos se encontraba Jean Baptiste Mulot que venía de trabajar en Versalles. Se dan tres tipos de jardines. Uno, de estilo francés, con su conocida uniformidad en los setos y árboles. Otro, el jardín italiano, con su combinación de setos y árboles creciendo de tal modo que protege del sol en verano y aprovecha su calor en invierno. Y por último, se encuentra el jardín de tipo inglés, el más extenso con diferencia, y en el que la vegetación crece de manera más natural, menos dirigida, más salvaje, en donde uno se puede perder entre la maleza por numerosos caminos.

Esta joya de arte y exuberante vegetación, hoy es visitada por cientos de ciudadanos cada fin de semana. Ofrece diversidad de bonitos escenarios para los posados de novias y niños de primera comunión. El estricto control de entrada (no se admiten perros, bicicletas, comidas) y la vigilancia del interior hace que sea un espacio ideal para disfrutar de la naturaleza en la periferia de la capital de España.

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Pinceladas de historia

En 1783 la duquesa de Osuna compró un terreno en las afueras de Madrid para construir una finca de recreo. Las obras empezaron en 1787, y se terminaron 52 años más tarde, en 1839. La duquesa falleció en 1834 sin ver completamente concluida su obra.

Durante la Guerra de la Independencia, el parque sufrirá graves daños al utilizarlo el general francés Agustín Belliard como campamento de sus tropas. Tras su retirada se repobló de árboles y se construyeron nuevos edificios.

A la muerte de la duquesa de Osuna la propiedad pasó a su nieto, Pedro Alcántara. Las deudas acumuladas en años posteriores por sus descendientes propiciaron que, tras una subasta en 1900, pasara El Capricho a ser propiedad de Gustavo Bauer, representante en España de la banca Rothschild. Su familia conservó la finca en buen estado hasta 1936. Tras su expropiación por el gobierno republicano la recuperó nuevamente al acabar la contienda. En 1934 fue declarado Jardín Histórico.

Durante la Guerra Civil, se instaló en el jardín el Estado Mayor del Ejército del Centro, mandado por el general Miaja. Se le llamó Posición Jaca y tenía por misión la defensa de Madrid. Se construyó junto al palacio un búnker subterráneo para defenderse de posibles ataques aéreos. Entre los meses de enero y marzo de 1937 quedó acuartelada en la Alameda la segunda brigada de carros de combate soviéticos T-26B, que tuvieron destacadas actuaciones en el frente en batallas tan importantes como las del Jarama y Guadalajara.

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Tras décadas de relativo abandono, en 1974 fue comprado por el Ayuntamiento de Madrid. En noviembre de 1978 se abrió al público. Curiosamente, junto al alcalde José Luis Álvarez, asistió a su inauguración un joven Florentino Pérez, delegado de Saneamiento y Medio Ambiente del Ayuntamiento. En 1985 fue declarado Bien de Interés Cultural. Un año más tarde comenzó una reforma que, en cierta medida, continúa actualmente. En 2001, se le concedió el diploma Europa Nostra.

Paseando entre naturaleza y obras de arte

Al parque se entra por su puerta trasera, por la que accedían los carruajes. Enseguida se abre un largo paseo, graciosamente seccionado por la Plaza de toros, La Exedra, y la Fuente de los Delfines ubicada delante del palacio, monumento que cierra el parque por su vertiente oriental. Este sendero central recorre el parque en toda su longitud. A la izquierda del visitante, discurre una suave colina en paralelo al paseo en donde setos, láminas de agua, monumentos y árboles centenarios ofrecen una explosión de olor y color a nuestros sentidos. A la derecha, y en una franja de menor anchura, pero de igual longitud, se encuentran varios espacios de frondosa vegetación y algunas esculturas.

Paseo central. La Plaza de Toros (21)

De forma circular, y a poco de entrar en el jardín, se abre esta plaza que se destinó a las fiestas de los toros, que ya contaban con una gran afición en los albores del siglo XIX.

La Exedra y Plaza de los Emperadores (26)

A continuación, está ubicada la Exedra y la Plaza de los Emperadores. La Exedra es una construcción de planta semicircular, de inspiración griega, que tiene respaldos y asientos fijos en el interior de la curva. Un busto de la duquesa de Osuna preside este espacio junto a varias efigies con cabezas femeninas. La Plaza de los Emperadores, que alberga la Exedra, es así llamada porque en 1815 se colocaron en ella doce bustos de césares romanos. Se sabe que ya en 1689 estaban esculpidos, eran propiedad del Duque de Gandía y se llevaron a esta ciudad valenciana al resguardo de posibles daños de guerra. Cien años después la Duquesa de Benavente, que también era Duquesa de Gandía, conoció su existencia y las traslado a su parque madrileño.

La Fuente de los Delfines (28)

Esta fuente marca el fin del paseo central y está situada delante del Palacio. Se construyó en el siglo XVIII y denota su inspiración francesa. Su nombre se debe a que la fuente tiene cuatro delfines adosados a ella.

Paseando por la derecha del paseo

Esta parte es llana y relativamente estrecha en comparación con la margen izquierda. Se encuentran en ella parterres, alguna placita con su fuente, y el Laberinto.

Parterre de los Duelistas (22)

No podía faltar en un jardín romántico un campo donde limpiar en duelo la honra o el honor perdido por algún caballero ofendido. La pradera tiene dos columnas, separadas por los cuarenta pasos de rigor, con figuras que simulan a los duelistas de espaldas antes de comenzar el reto.

La leyenda, errónea según se ha demostrado, dice que allí se celebró un duelo entre el infante Enrique de Borbón, primo de Isabel II y el Duque de Montpensier, hijo del rey de Francia Luis Felipe I por cuestiones sucesorias. Efectivamente, el duelo se celebró y el Duque mató al Infante. Pero los historiadores afirman que ese duelo a pistola se celebró en las Ventas de Alcorcón, en 1870.

El Laberinto (32)

Está situado en una cota inferior al resto del jardín lo que le dota de una personalidad propia. Un perfecto laberinto de dibujos circulares y altos setos se extiende a lo largo de la tapia sur del parque. De inspiración italiana fue de las primeras obras de jardinería que se hicieron. Su diseño favorece los juegos amorosos de parejas que se pierden entre la vegetación.

Fue reconstruido varias veces antes de que en los años 40 del siglo XX lo destrozara el aterrizaje forzoso de un avión de Iberia procedente del cercano aeropuerto de Barajas. Tras este suceso quedó abandonado hasta que aparecieron los planos originales del Laberinto. Comenzó una nueva restauración que lo dejó como lo vemos hoy día, con su plaza central, algunos bancos y un árbol de Júpiter en el centro que le da un tono rosa al florecer en primavera.

Paseando por la izquierda del paseo

Esta franja contiene la mayor parte de los encantos del parque. En ella se encuentran edificios notables, el estanque y sus canales, praderas y monumentos diseminados por una larga, ancha y suave colina.

La Casa del Labrador o Casa de la Vieja (20)

Esta construcción, visible desde la plaza de toros, fue creada para simular una actividad agrícola. Esta vivienda es tan solo un escenario, y en su interior no hay nada actualmente. En uno de sus frentes, la casa tiene un pequeño y bien cuidado huerto, con verduras del tiempo.

El Casino del Baile (18)

Se trata un edificio neoclásico, de forma octogonal, de dos plantas. En la superior alberga un gran salón de fiestas, con terrazas, sala de baile con espejos y pinturas murales. En su planta baja se encuentran las máquinas que mantienen los flujos de agua que alimentan el estanque y el canal que sale de él.

El Estanque de los Cisnes, el Embarcadero y el Canal (15, 14 y 10)

Un amplio estanque, con cisnes y patos, pone una agradable pincelada acuática en el parque. En su centro, en una isla, se erige un monolito con la efigie del Duque de Osuna, Virrey de Nápoles. En este lago artificial se encuentra el embarcadero, cuyo interior está decorado con varios trampantojos; en el exterior, la decoración es de juncos y cañas –lo que le da un cierto aire oriental– por lo que se le llama también la “Casa de Cañas”.

A un costado del estanque se encuentra el puente de hierro. Es tan antiguo, que desde que se tiene registro, aparece como el primer puente de hierro de la actual Comunidad de Madrid, ya que fue construido en 1830. Por debajo de este puente fluye el agua del estanque hacia un ancho canal que se extiende a lo largo de la valla norte del parque. En su día, por aquí navegaban pequeñas embarcaciones de recreo usadas por los moradores e invitados de El Capricho.

Las Praderas

Rompe el paisaje de altos pinos y abundante fronda la aparición de varias praderas. Dotada de bancos y abiertas a recibir los rayos solares son sitios idóneos para hacer un alto en el camino y recapitular lo visitado hasta ese momento. No es raro ver trepar algunas ardillas por cualquiera de los troncos de los pinos o los robles que rodean estos espacios.

La Casa del Ermitaño (36)

Ángel María Tadey, artista milanés, siguiendo el encargo de la Duquesa de Osuna de sorprender a los visitantes, construyó entre 1792 y 1795, entre otros pequeños edificios, una ermita con varios trampantojos para hacerla parecer más amplia y más vieja destinada a servir de morada a los ermitaños. Fray Arsenio fue el primero que estuvo –según su epitafio- 26 años viviendo allí. A su muerte su amigo Eusebio ocupó su lugar. Cuando este murió colocaron dentro un muñeco simulando a una persona para que siguiera pareciendo una casa de retiro y oración.

Exuberante Vegetación

De la abundante y desbordada vegetación (jardín inglés) da cuenta la imagen de la cabecera. Tapa totalmente un riachuelo que transcurre colina abajo hacia planos inferiores del parque. No falta tampoco el rincón romántico con un pequeño estanque, con nenúfares y con una pequeña columna coronada por una escultura que se adivina de algún prócer romano.

El Fortín (8)

Una zona dedicada a los niños. En su tiempo hubo varios columpios, aunque ya no queda ninguno. Pero sí existe una curiosa construcción de baluartes a pequeña escala rodeados por un foso con agua. En muy buen estado se encuentra el fortín, que tenía una pasarela para acceder al interior. Los niños del siglo XIX de la alta sociedad solían dedicarse al ejército, por lo que desde pequeños, estos juegos los ayudaban a introducirse en la vida militar.

Plaza de la Rueda de Saturno (7)

El tema de la mitología griega de “Saturno devorando a sus hijos”, tan presente en la pintura y en la escultura, también tiene su lugar en el parque. Un obelisco sostiene una escultura con este motivo. La placita donde está situado se la conoce como la Rueda de Saturno porque el obelisco está ubicado en el centro de un área circular, con 6 caminos, a modo de radios que simulan una rueda. Es una alegoría al paso del tiempo y al ciclo de la vida y la muerte, que a lo largo de los siglos tanto ha ocupado y preocupado a la humanidad.

Abejero y La Venus de la Alameda (5)

Se cuenta que la Duquesa era muy amante de los lirios. Quizá por eso, y porque el parque se concibió a todo lujo, se construyó hasta un pequeño palacio para las abejas que libaban aquellas flores. Se diseñó una parte del abejero para que pudiera verse, a través de mamparas de cristal, cómo estos insectos fabricaban la miel.

En el interior del Abejero se conserva una copia de la llamada Venus de la Alameda. Es tenida por una de las mejores esculturas neoclásicas españolas de finales de siglo XVIII. Se construyó en mármol de Carrara y curiosamente se tardó ocho años en moldearla. Tras desechar sucesivamente a dos escultores porque no satisfacían los gustos de la Duquesa tuvo que ser Juan Adán quien finalmente la esculpiera. En 2013, su actual propietaria (Alicia Koplowitz) que la había adquirido en una galería de arte, hizo un vaciado de la original y se la regaló al Ayuntamiento de Madrid.

Templo de Baco (2)

Es quizá el monumento más atractivo del parque para el visitante. No hay nadie que pase por delante de él que no se fotografíe varias veces desde diversos enfoques. Se dice que posiblemente sea el templete más fotografiado de Madrid. Es un escenario ideal para hacerlo. Su configuración arquitectónica y su posición en lo alto y al borde de una colina desde donde se domina el palacio y gran parte del jardín, hacen del Templo de Baco un lugar de imprescindible visita. Se trata de una construcción muy sencilla que consta de una columnata dispuesta en forma de círculo, y en el centro del mismo se ubica la escultura dedicada a este dios de la mitología griega. Fue construido entre 1786 y 1789. Originariamente estaba cubierto por una cúpula pero desapareció en algún momento que se desconoce.

El Bunker (1)

A un costado del palacio, aparece una calle y en ella una austera puerta que da acceso al refugio antiaéreo que el general Miaja mandó construir en 1937 durante su permanencia en El Capricho. Podría alojar hasta 200 personas durante 15 días. Disponían de víveres, agua, conexión telefónica, iluminación artificial, generadores eléctricos y todo lo necesario para seguir trabajando en su interior. Sus pasillos y dependencias recuerdan a las antiguas estaciones del Metro de Madrid. A lo largo del parque, y camuflados entre la floresta, se pueden ver varias puertas de emergencia y respiraderos en forma de pequeñas chimeneas. El Capricho no sufrió ningún ataque por lo que no se utilizó.

El Palacio (40)

Este palacio fue construido entre 1787 y 1839. Pablo Boutelou, arquitecto de la Corte, fue su diseñador. Más tarde, los arquitectos Machuca Vargas y Mateo Medina les añadieron dos torres y dos torreones, sucesivamente. El edificio de dos plantas responde a la estructura típica de las construcciones neoclásicas de finales del siglo XIX. Su fachada es recorrida por una columnata, medallones en el interior del porche, y en la parte superior aparecen pequeñas esculturas. En su época de esplendor, en vida de los Duques, se organizaban fiestas a las que acudía la élite de la sociedad de finales del XVIII y mediados del XIX. Junto a la elegancia de su mobiliario, el palacio contaba con numerosos cuadros pintados por Goya, gran amigo de los Duques y visitante frecuente del histórico jardín. Entre ellos se encuentran “Vista de la Pradera de San Isidro”, “La era o el verano”, “Aquelarre”, “La gallinita ciega” o “La cucaña”.

Actualmente se está remodelando una vez más y se espera que pueda terminarse en 2021. Al parecer se va a destinar a museo, sala de exposiciones, o centro de interpretación. Este proyecto del Ayuntamiento de Madrid (2015-2019) contó con el rechazo de la oposición y con la beligerancia –sin éxito- de  la asociación  Amigos de El Capricho.

Un parque de películas

Un buen número de escenas de películas se han rodado en El Capricho. Sus directores eligieron este histórico parque, sin duda, por la belleza de sus jardines o por la singularidad de sus edificaciones. En 1928, Benito Perojo dirigió La Condesa María, un melodrama situado en la época de Alfonso XIII y la guerra del Rif. Más tarde, se rodaron escenas del funeral del film del Doctor Zhivago (David Lean, 1965) con la presencia de Julie Christie (Lara) en estos jardines.

En el Búnker se rodaron dos conocidas películas, Comando al infierno (José Luis Merino, 1969) y El gran amor del Conde Drácula (Javier Aguirre, 1972), con Paul Naschy en el papel de vampiro. Y en el Palacio se rodaron escenas de Un rayo de luz (Luis Lucía, 1960), una cinta protagonizada por Marisol.

Referencias:

María Isabel Pérez Hernández, Dra. Arquitecta.  Especialista en El Capricho.

Lourdes Morales Farfán. Periodista. Artículo en internet.

Sonia Sánchez Recio. Paisajes de cine. Artículo internet.


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