Profesional AGRO - Madrid 19/01/2022
La tierra es la base de producción de todos los alimentos. En su composición encontramos elementos como cal, arcilla, limo, arena y mantillo, acompañados por el aire y el agua. Todos los citados, empleados y aprovechados separadamente, sirven, como excelentes tipos de abonos, capaces de completar lo necesario para cada tipo de cultivo.
Lo más recomendable es, teniendo presente el tipo de plantas que deseamos producir, solicitar un análisis de la composición de nuestra tierra agrícola, cuantificando los tipos y cantidades de nutrientes que la componen. Nunca es recomendable el expandir de forma incontrolada cualquier tipo de abono, aunque sea natural. Esto incluye incluso el existir pastoreo de animales domésticos que abonan la tierra. Es preferible realizar este abonado de forma controlada, para evitar la concentración en una única área, algo que no resultará beneficioso según los productos a sembrar o plantar. Todo exceso en los abonados de las tierras, perjudicará al medio ambiente, a los seres vivos, a las producciones a recoger, a los acuíferos, a nuestra economía, etc.
Las plantas mantienen una serie de ciclos donde la observación del agricultor resulta importantísima, sobre todo en los periodos de germinación, floración y maduración. En el primero de ellos las plantas viven a expensas de sus propias sustancias, contenidas en la propia semilla, pero precisando un ambiente subterráneo de cierto grado de humedad y temperatura. En la floración, es cuando se forman los elementos que se nutren del aire y de la tierra, siendo diversos componentes los que permiten a las plantas seguir desarrollándose. Como en el caso anterior, tanto la humedad, temperatura ambiente y permisividad de un clima adecuado en general, son muy importantes. El tercero de los ciclos es el de la maduración, donde las plantas se nutren de la tierra y de sus componentes, nutrientes específicos, de forma esencial y totalmente necesaria, el carecer de algún nutriente necesario producirá carencias en la planta y derivará en su fruto.
Todo tipo de plantas mantienen sus ciclos de crecimiento y precisan de nuestra formación para determinar cada paso, desde la selección de las semillas, terreno optimo, laboreo de la tierra, sistema de siembra, fechas de siembra, vigilancia en la evolución de las plantas, recolección profesional, almacenamiento preciso en el supuesto de ser requerido, transporte, etc.
Todo resto de vegetal de cualquier especie constituirá una base excelente para preparar y aprovechar como abono de tipo natural. La utilización del fango de las riberas de los ríos, incluso de los arroyos, etc., siempre que esté permitido recogerlos, es una acción beneficiosa para nuestros campos de labor, al contener sedimentos vegetales, restos de animales, turbas, etc. Por tanto, este es otro componente a tener muy encuenta para formar parte de nuestro complemento de abonos naturales.
Los residuos de las bodegas productoras de vino, tales como: escobajos, brisa, hollejo, casca, pepitas, sarros, restos aguas de limpieza, etc., también resultaran un positivo abono, siempre después de neutralizar el posible exceso de principios ácidos, normalmente mezclándolos con cal, margas –calcita y arcilla–, o tierra de la clase que mejor convenga para después utilizarlo como abono. En las zonas vitivinícolas los agricultores saben muy bien como utilizar este tipo de deshechos para favorecer la producción en sus tierras.
Toda almazara produce una serie de residuos como el propio orujo, los posos, denominados sucios, las aguas de escaldar, etc., cuyo aprovechamiento es un excelente abono para las tierras de tipo arcilloso.
Tanto el momento para incorporar los abonos a nuestras tierras, como la cantidad por hectárea, debe ser debidamente consultado con un profesional y escrupulosamente aplicada, según los tipos de vegetales a sembrar o plantar, como en el tiempo y forma para llevarlo a buen fin.
También podemos utilizar residuos derivados de la obtención de aceites de tipo industrial, como la colza, la adormidera, la almendra, el lino, el algodón, el girasol, fabricas de fruta en almíbar, azucareras, industrias cárnicas y de pescado, etc., aunque dentro de un asesoramiento muy concreto y profesional y con la autorización oficial debida. Nunca de forma aleatoria y desproporcionada, concretando las dosis según el tipo de producción vegetal a desarrollar.
Según cada derivado, tendremos que formar nuestros propios estercoleros, desarrollando un sistema de fermentación y concretar la proporción de mezcla con otros elementos, muy bien determinados y analizados, obteniendo, con nuestro procedimiento, un abono común deseable y eficiente, manteniendo el respeto sobre el medio ambiente y siguiendo las normativas oficiales.
Al citar el abono procedente de animales muertos, debemos explicar que es rico en sustancias fertilizantes, debido a diversas cantidades de nitrógeno y fosfatos que forman parte de su composición.
Cierto es que existen líneas de mayor o menor intensidad para favorecer el abonado de nuestros campos, dependiendo de la clase de animal, su alimentación, incluso del medio en el que vivió.
Los propios cuerpos de animales muertos, marcan una serie de derivados que favorecen nuestras cosechas, tales como los propios huesos, pues su composición contiene un promedio entre un 50/100 %, de fosfato de cal, lo que ya resulta muy interesante.
Otro tema es la propia descomposición de estos huesos tanto en tiempo y forma, mezclados con la propia tierra, lo que prolongaría su proceso benefactor incluso pulverizados anticipadamente, lo que ya adelantaría su acción benefactora para nuestras plantas.
El Compost o la Composta es un producto obtenido a partir de diferentes materiales de origen orgánico, los cuales son sometidos a un proceso biológico controlado de oxidación denominado compostaje. Normalmente se utilizan recipientes o construcciones determinadas.
La gallinaza procede de los pollos y gallinas, cuyos efectos fertilizantes superan en un 400% al conocido estiércol normal. Sus principales aportaciones son: Fósforo, Nitrógeno, Potasio, Calcio, Magnesio, Azufre, y micro nutrientes que benefician y se complementan con la propia materia orgánica del suelo. Como ya se ha indicado, las proporciones para complementar los suelos productivos deben ser debidamente estudiadas y aplicadas.
Actualmente la utilización de la biomasa para fines como calefacción, Industria en general y los abonos naturales con destino agrícola va en aumento, cuyo fin responsable es la protección del medio ambiente, en contra de otras fuentes de energía que producen índices de contaminación muy graves.
Los gases derivados de distintos carburantes y su efecto invernadero (GEI), entre los que se encuentran el CO2, CH4 y N2O así como los gases precursores del ozono troposférico (CO, NOx), COVNM y CH4), y los gases contaminantes acidificantes (NOx, NH3 y el SO2), son los gases más relevantes, tanto por su toxicidad como por su impacto medioambiental. Una gran parte de estos gases derivan de los propios vehículos antiguos que utilizamos diariamente, incluidos una serie de motores, de tipo estático, que mantenemos en nuestras explotaciones.
Nos informan que los depósitos de aguas subterráneas pueden representar nuestra subsistencia en un futuro, por lo que no podemos tampoco seguir contaminándolas. Para conseguir líneas de consumos respetuosos se precisa modificar nuestros comportamientos tradicionales, comprendiendo que el respeto a lo ecológico es el método más recomendable, para conseguir una vida más sana para todos. Hasta aquí hemos llegado, debemos respetar nuestro espacio. Damos las gracias a los distintos amigos que nos han ido pasando notas y a los responsables de unos cursos, que consideramos muy interesantes.
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