Quiero comenzar hoy este complejo –pero apasionante– tema, enfatizando mi total desacuerdo con la definición –para mí, desacertada–, que los diseñadores tecnológicos han asignado a este nuevo capítulo del desarrollo en el entorno digital, que desde que el alemán Konrad Fuse diseñara y construyera la primera computadora en 1935 hasta hoy, ha recorrido un largo camino de innovaciones, perfeccionamiento de equipos y sistemas que han desembocado en el término “Inteligencia Artificial” para definir la capacidad de imitar al ser humano en su toma de decisiones.
Pero sentada esta puntualización, voy a seguir refiriéndome a este nuevo sistema como I.A.(*) porque justo es reconocer que los gurús del marketing se han apuntado un gran logro semántico con esta definición para un sistema que ha calado hondo entre los consumidores potenciales. Hoy, todos hablamos de la “inteligencia artificial” como si fuera la solución para todo, aunque esa misma definición especifica que el sistema consiste en mezclar distintos algoritmos para obtener modelos que permitan la aparente capacidad de imitar al ser humano en cuanto a su racionalidad y pensamiento, y aquí los expertos marquetinianos, al presentar a la I.A., crearon un impactante reclamo comercial de rotundo éxito: “Piensa como persona, actúa racionalmente”. A este respecto, el gigante tecnológico IBM especifica en una versión simplificada para definir la actuación de la I.A. que ésta hermanada a la programación y a los equipos para obtener las herramientas capaces de resolver problemas.
Pero dejemos la semántica y mis apreciaciones acerca de si es correcta o no la definición de “inteligencia” para lo que no deja de ser un proceso diseñado por el hombre –que éste sí se ha valido de su inteligencia creándolo para su servicio–, y voy a centrarme en un hecho incuestionable: lo que denominamos sistemas de I.A. están desembarcando con aplomo en el sector primario que, de nuevo es pionero en aplicar esta novedosa técnica en capítulos tan tradicionales como los de la mecanización de muchas de las labores agrarias y también, como no podía ser menos, en la industria agroalimentaria donde es destacable la implantación de la automatización de muchos de sus procesos. Con la I.A., ambos capítulos no solo buscan un incremento de las producciones, sino también aportar soluciones innovadoras a problemas que ya se revelan como críticos y que exigen soluciones ya, como la sostenibilidad de los cultivos, el respeto y protección medioambiental y ¡como no!, la reducción de costes como medio para mejorar la rentabilidad del sector y de sus gentes.
Bajo estos condicionantes todo parece indicar que la susodicha Inteligencia Artificial se está desarrollando con gran rapidez, tanto en lo que atañe a los equipos de mecanización agrícola para facilitar las labores de preparación de suelo, siembra, riego, fertilización y cosecha, como en lo que se refiere al equipamiento de la industria auxiliar del sistema agroalimentario, capítulo este en el que se están desarrollando nuevos y revolucionarios productos y servicios basados en esta innovadora tecnología que “maneja” los datos generados por los servicios incluidos en esta actividad; sopesa su importancia económica, analizando y valorando las posibilidades que la utilización de la más eficiente metodología de trabajo y el diseño de nuevos equipos permita obtener unos resultados finales que desemboquen en una mayor productividad y el mejor rendimiento de los medios empleados, tanto humanos como mecánicos. Todo ello viene a significar que el objetivo perseguido es conseguir la mejor racionalización de todo el proceso, disminuir costes de operación y mejorar con ello la rentabilidad final, un logro que se presenta con una más que interesante proyección al futuro inmediato. La UE estima que para 2030 se habrán conseguido interesantes ventajas económicas con la implantación generalizada de la I.A. en todos los procesos de la cadena productiva del sector agrario y de su industria auxiliar porque esta “inteligente” técnica expande las posibilidades de generar valor añadido en la agricultura y ahora se presenta como una solución viable o, mejor dicho, indispensable para afrontar la transición ecológica con dos soluciones que hoy se revelan como las únicas posibles para afrontar este reto con garantía de éxito: reducción de insumos y automatización de las tareas, dos interesantes y racionales funcionalidades, fruto de la inteligente capacidad de análisis del ser humano que desembocó en la aportación que denominó digitalización con la que se ha popularizado la utilización de nuevos términos en el vocabulario empleado en la agricultura, de tal forma que hoy ya no extrañan a nadie denominaciones como agricultura de precisión, sensórica, mapeo por GPS, robótica, realidad virtual a las que se suma su –por ahora– última incorporación al léxico a emplear: el término de “inteligencia artificial” que ya despunta sobre los anteriormente mencionados.
De todas formas, IBM tiene muy claro que las definiciones dadas a este término responden a la capacidad del nuevo sistema para la recogida, estudio y análisis de multitud de datos, mezclarlos y valorar los resultados obtenidos para obtener patrones de conducta que justifiquen su capacidad de decisión. En suma, actuar como lo haría el ser humano. Para conseguirlo, clasifica a los diferentes sistemas de “Inteligencia Artificial” en tres grandes grupos en función de sus prestaciones: ANI (Artificial Narrow Intelligence) ó Estrecha en el primer escalón; el segundo lo comparten dos grandes grupos que clasifica de Fuertes: AGI (**), (Artificial General Intelligence) y ASI(***), (Artificial Super Intelligence), todo imbuido de una capacidad de gestión que hace solo unos pocos años habríamos tildado de ciencia ficción pero que hoy ya es una realidad y ha iniciado su propia evolución que...
... ¿hasta dónde llegará mañana?.
(*) Artificial Intelligence, (I.A.) para definir la capacidad de adoptar decisiones , como el ser humano.
(**) Artificial General Intelligence, (AGI) tendrá una capacidad similar a la del ser humano de tal forma que su conciencia propia le permitirá afrontar los problemas, adquirir nuevos conocimientos y proyectarse al futuro.
(***) Artificial Super Intelligence, (ASI), superará el intelecto humano.