Profesional AGRO
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Emilio Velasco Machuca
OPINIÓN
A vuelapluma / EMILIO VELASCO

LA SEQUÍA EN LA AGRICULTURA: ¿ENDEMIA CÍCLICA?

¿Se han parado a pensar que desde siempre se tienen referencias de las sequías que periódicamente, se han venido produciendo en el mundo, y se siguen padeciendo hoy con una cadencia cíclica que casi permitiría establecer un patrón de conducta de la Naturaleza? En España se observa que esta adversidad ambiental nada tiene que ver con el tan traído y llevado efecto invernadero del que todos hablamos –muchas veces con excesiva ligereza y con poco conocimiento científico–, afirmándole como único culpable. No es así; ni tan siguiera lo es el no menos denostado fenómeno del calentamiento global que ahora está tan de actualidad como si fuera un fenómeno exclusivo de nuestro tiempo. (Recordemos, amigos, que la Tierra, como planeta, “nació” como una bola de hielo y que comenzó a “caldearse” desde sus inicios para hacer posible la aparición de grandes masas de agua –mares y océanos–, y tierra –los denominados continentes–).

Una vez sentada esta premisa, vamos a centrar esta reflexión en el estudio de las consecuencias que trae aparejada la sequía para la agricultura. El primer efecto adverso es la drástica reducción de la producción al que se unen las negativas consecuencias que se derivan de ello: menos agua y alimentos, éxodo de la población en las regiones más perjudicadas, encarecimiento generalizado, etc.
Al principio he dejado entrever que la tan temida sequía es un fenómeno que la historia ha venido reflejando como un hecho que se produce de forma cíclica en todo el mundo, –variando el intervalo e intensidad de esos ciclos en función del área geográfica–. Así que, ¿sabían que en España PADECEMOS una sequía cada ocho o diez años?, y esto no es de hoy: se ha venido produciendo desde siempre, y en algunas épocas la escasez de lluvias fue de tal gravedad que motivó verdaderas hambrunas que llegaron a diezmar la población, y todo ello por la falta de AGUA en la agricultura. Alarmante, ¿verdad?
Llegados a este punto, inevitablemente surge una pregunta: ¿por qué siguen produciéndose sequías en España? Yo he polemizado intensamente en diversas ocasiones porque siempre que se ha justificado la escasez de agua con el argumento de que vivimos en un país “seco”; y no es verdad. He defendido una teoría a capa y espada, –que comparto con expertos científicos–, que señala que nuestro país no es seco, solo tiene regiones en las que llueve menos que en otras pero, en general, España está surcada por una vasta y ramificada red hídrica, –con numerosos ríos y acuíferos, caudalosos en unos casos, más modestos en otros–, cuyos caudales debemos gestionar con más eficiencia. Porque lo que sí es verdad es que por nuestra situación geográfica, no siempre llueve lo que queremos, ni cuándo queremos y tampoco en la cantidad que nos conviene. A pesar de toda la tecnología actual, de la que tanto alardeamos, no podemos “manejar” a la madre Naturaleza a nuestro antojo y de ahí el refrán que tan bien acuñaron nuestros mayores: “nunca llueve a gusto de todos”.

De todas formas, para responder a la pregunta ¿por qué hay sequía en España? la ciencia justifica el hecho porque al ubicarse nuestro país en una zona templada del planeta, se encuentra bajo la influencia de dos importantes corrientes de aire contrapuestas: una fuerte masa de aire fría y húmeda proveniente del Oeste y Noroeste, a través del Océano Atlántico, y otra no menos fuerte que nos entra desde el Sur y Sureste, pero en este caso se trata de una gran masa de aire muy cálido y seco originada en el continente africano. La confluencia de estas dos grandes fuerzas provocan un “choque” que inevitablemente se resuelve en fuertes lluvias unas veces, y en acusada sequía en otras.

Por eso mismo yo estoy con los defensores de la teoría de que no estamos en un país seco porque todos los años llueve; más o menos e incluso algunos años, más de la cuenta. Tenemos numerosos ríos, lagos, arroyos, riachuelos, grandes acuíferos subterráneos y... embalses, muchos embalses (*): más de 1.300 solo contabilizando los de gran volumen (España es el país con más embalses per cápita del mundo), porque nuestra orografía, muy accidentada y montañosa, “canaliza” nuestros cauces fluviales en buena parte del recorrido de los ríos y posibilita la construcción de esas grandes presas para almacenar el vital líquido elemento. Luego solo se trata de gestionar mejor esa hídrica riqueza y utilizarla más racionalmente antes de que fluya al mar desperdiciando con ello la oportunidad de ofrecer un mejor servicio a la población en general y, muy en particular, a nuestra agricultura y ganadería, sin duda los sectores más perjudicados por la sequía. Llegados a este punto, recordemos que según el “Informe Anual de Indicadores” del Ministerio de Medio Ambiente, el 85% del consumo de agua en España se utiliza en ambos sectores lo que demuestra claramente sus necesidades hídricas y lo que perjudica la escasez de lluvias y los devastadores efectos que provoca la cíclica sequía que se manifiesta en esos dramáticos secarrales de suelos erosionados y resquebrajados que reflejan un cúmulo de nefastas consecuencias.

Sin agua no es posible la producción agraria de los cultivos de mayor rendimiento y rentabilidad, los de regadío, y se reducen al mínimo los de secano. Sin agua no es posible mantener una ganadería adecuada para satisfacer la DEMANDA no solo del mercado interior de alimentos; no digamos ya de la exportación.

Por ello hay que ser imaginativos y buscar soluciones viables para minimizar los efectos causados por la sequía precisamente en los periodos en los que los embalses están a REBOSAR tal como apunta la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología), evitando siempre el inútil desembalsado mediante el empleo racional de ese agua “sobrante” redirigiéndola para su empleo en zonas más desfavorecidas. Solo con una redistribución racional del agua en los períodos de lluvias abundantes se acabaría con los graves perjuicios que ocasiona la sequía....

...que no nos engañemos; es una endemia cíclica que seguirá presentándose cada ocho o diez años.

(*) Buena parte de esos grandes embalses se construyeron en el tercer cuarto del pasado siglo XX durante el mandato del anterior jefe de Estado de aquel régimen predemocrático, que se prodigaba en inaugurar personalmente esas grandes construcciones, actos muy divulgados por los noticieros del momento, pero que entre la población le valió el sobrenombre de “Paquito Pantanos”. Los lectores más mayores, ¿se acuerdan? Pero, anécdota aparte, ¿qué haríamos ahora sin todos aquellos grandes embalses?

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